jueves, 23 de abril de 2015

El escenario equivocado - Parte 3

Se ha puesto un abrigo antes de salir por aquella puerta que desearía que estuviera cerrada eternamente. Se dirige hacia Correos para mandarle una carta a un amigo. Tiene las manos congeladas, cadavéricas y de color azul a pesar de que vive en Málaga. No tiene bien la circulación desde hace mucho tiempo, pero sigue su camino hasta la oficina de Correos. Una vez allí, intenta devolverle la sonrisa sincera a quien la atiende por detrás del mostrador, pero a penas le llega a los ojos. Los tiene caídos, con patentes ojeras en cada uno de ellos. Tiene un pañuelo y con él se oculta las partes oscuras de su cara y se lamenta de llegar hasta ese punto. Es curioso que, hasta la luz palpitante del final de la gran sala, le moleste. Le aguijonean los ojos hasta acabar entrecerrándolos, como en ese momento. Entrega la carta y se da la vuelta. No sabe cómo le ha podido pedir eso a su amigo, es demasiado y lo entiende.
Cuando sale, toma dirección hacia ninguna parte. Sigue haciendo frío pero prefiere quedarse allí fuera. El único problema es que, sin esperarlo, se echa a correr hacia su padre que se encuentra tirado a los pies de un banco con una botella.


Está sola.
-No creo que pueda ir. Es una gran responsabilidad, entiéndelo.
-¿Qué me quieres decir? Eres mi amigo.
-No puedo hacerme cargo, lo siento. Necesitas ayuda de la buena, no un amigo. Entra en razón y llama ahora que puedes a la policía, ponlos al tanto. Lo agradecerás.
-No puedo hacer eso.
La línea del otro teléfono se corta, sin que se escuche una palabra más procedente de la voz rota de su amiga. Lo odiará, lo sabe.


En medio de la oscuridad impenetrable de una habitación, el teléfono de su madre, el cual se ha quedado y del que nadie se percata, suena de repente. Ella se incorpora cansada y con los músculos resentidos a causa del embarazo y otras cosas que no quiere recordar, pero no se molesta en estirarse para escuchar a su cuerpo quejarse y alarga el brazo como puede, viendo que tiene un mensaje.

Ojalá ese bebé fuera mío.



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