La
chica, dos años mayor, se acerca hasta el frigorífico. Observa la
evidente falta de todo y se estremece. Lo abre y coge una bolsa
pesada de hielo. La luz tenue de la cocina apacigua la aparente
tensión. Se sienta y piensa en lo poco que se ha utilizado esa mesa
dada la falta de encuentros familiares allí. Sólo se usa para lo
que está haciendo la joven, es decir, nada. La bolsa de hielo
refresca su cara y agradece la calma. Sin darse cuenta, cae hacia
delante llevada a rastras por el sueño que no ha conseguido
conciliar días atrás. Todo queda nuevamente en silencio y no se
escucha nada, excepto el crujido de la humedad de los muebles. Unos
ojos se cierran, con una pesadilla a cuestas.
-¡No,
por favor!
-¡Cállate!
Y
nadie vuelve a decir nada, pero no por voluntad propia. Nada le
gustaría más que aquello se pareciese a una pesadilla, pero no es
así.
-Conozco
esa mirada tuya. No la toques más.
-No
conoces ninguna mirada mía, no inventes.
-Estás
enfermo. ¿Cómo le puedes hacer eso?
-Ella
me deja.
-No
sé cómo puedo consentirlo, es una niña.
-Con
cuerpo de mujer.
-¿Y
cuándo tenía diez años también? ¡Ya basta!
Unas
manos abren sin ninguna sutileza la puerta del buzón. Lo abre y coge
una carta y sin duda, sabe de qué se trata. Él abre el sobre y se
pone a leerla con lentitud para captar cada una de las palabras
escritas. Mientras se dirige hacia el ascensor, intenta hacerse a la
idea de lo que pone. Llevan una semana o incluso más que ninguno
sabe nada del otro, pero entonces aparece eso.
Abre
la puerta y justo cuando la cierra, cae en redondo al suelo.
Querido
amigo:
No
puedo con ésto yo sola. Simplemente, es imposible. Yo aún intento
hacerme a la idea. NADIE puede enterarse de lo que te voy a contar.
Ni siquiera sé cómo voy a relatártelo, estoy escribiendo según y
conforme mis manos dictan. Sabes parte de la historia, así que no me
voy a andar con rodeos.
Estoy
embarazada, estoy literalmente embarazada. La única persona que lo
sabe es mi tía y ella, a petición mía, no va a contar nada. Mi tía
sabe como es él y que podría provocar el peor de los males. Tengo
que irme de aquí, lejos de cualquier cosa relacionada con él. No
puedo traer nada al mundo para que se convierta en otro blanco más
para sus manos.
Mi
madre no sabe nada del embarazo, o eso creo. Todo esto está perdido
y necesito que te lleves a mi madre de casa, por favor. Yo me iré a
la de mi tía y luego llamaré a la policía. Que por cierto, no
sabes cuánto lamento no haberte hecho caso antes. Ha venido además
otra denuncia. No sé si esto será para siempre, pero espero que no.
No soporto saber que lo que tengo dentro es de él. Eres mi única
esperanza.
Ocúpate
de mi madre. Ella no sabe que te he escrito, es más, no sabe ni de
tu existencia. Hazle creer que eres un policía o alguien con
autoridad suficiente para que te haga caso. Tienes que sacarla de mi
pesadilla, de nuestra pesadilla. Intentaré robarle el móvil para
llamar y avisarte de que está sola y puedas llevártela.
Lo
siento. En cuanto termines de leerla, por favor, quémala.
Te
quiero.
CONTINUACIÓN >>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> El escenario equivocado - Parte 3
ANTERIOR >>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> El escenario equivocado - Parte 1
CONTINUACIÓN >>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> El escenario equivocado - Parte 3
ANTERIOR >>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> El escenario equivocado - Parte 1
No hay comentarios:
Publicar un comentario