jueves, 30 de abril de 2015

Bellas Artes - Parte 1

El cuaderno cayó del techo de la taquilla de Charlotte.
Lotte estaba poniendo orden a sus cosas cuando eso se despegó de repente, levantando polvo dentro de la propia taquilla. La joven se apartó ligeramente y dispersó con la mano el poco polvo que se había levantado. 
-¿Pero qué...?
Charlotte cogió el cuaderno que se había caído del techo y seguidamente metió la cabeza dentro para ver de dónde mierda había salido eso. En el techo de la taquilla, se veía bien la marca de todo el pegamento que se debía de haber empleado para mantenerlo ahí arriba. El cuaderno no pesaba mucho, pero aún así, tuvo que ser difícil poder tenerlo sujeto todo ese tiempo. 
El cuaderno tenía pinta de estar ahí durante largos años, pues bien se reflejaba en la portada cuan antiguo era. Tenía una fina capa de polvo encima, la misma que desapareció cuando Lotte la quitó con la mano. 
En la portada estaba escrito con muy buena letra el título de Bellas Artes, cosa que captó la atención de la joven. 
Seguramente, pensó ingenua, sería el cuaderno de un antiguo alumno al que le fascinaba dibujar y al que le gustaba tener todos sus dibujos en un mismo cuaderno. Obviamente, una vez abierto, Charlotte cambió de idea.
"Nunca juzgues un libro por su portada", había escuchado oír de alguien cientos de veces. Insuficientes, ya que entre sus manos tenía una libreta que nada tenía que ver con dibujos y con el concepto de Bellas Artes que Charlotte tenía en mente.
En la primera página ponía:

                                           PRIMERA MUERTE - ANNABEL



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lunes, 27 de abril de 2015

El escenario equivocado - Final

-¿Luz? ¡Luz!
Su voz rota, ronca y auténticamente vacía de vida, aguantando las ganas de vomitar sangre, se apaga de repente y el aparato que controla su ritmo cardíaco, comienza a hacer ruidos extraños.


La lluvia, débil como siempre en Málaga, ha cesado. A pesar de eso, la gente sigue con sus respectivos paraguas. A pesar de que la lluvia ha mojado la hierba y se ha mezclado con una ligera capa de tierra que hay debajo, la cual les mancha los zapatos, se quedan donde están. Todos mirando hacia el mismo lado.
1995-2014
Aquí yace la joven, dispuesta y valiente Luz Gracia Rolán. Esperamos que estés allí arriba, salvaguardada de los males terrenales que te arrastraron hasta la eternidad. Aquí te seguimos queriendo hasta que nuestra alma te haga compañía cuando llegue nuestra hora, aunque la tuya llegara demasiado temprano.
Por y para siempre, esperamos que tu luz nos calme de nuestros miedos.


-¡Oh, mira, tiene tus ojos!
-Es preciosa. Como tú.
-¿Cómo la llamaremos?
-Luz. ¿Te gusta?
-Es perfecto. ¿Ves cómo le brillan los ojos? Será muy guapa de mayor, como su madre.
-Estoy segura.
-Y yo.


Cuando el cementerio, vacío por los vivos y conquistado por los que ya no están, por fin quedándose tranquilo sin los llantos rotos de los familiares de Luz, un muchacho, el amigo de la chica muerta, se acerca a su lápida. Allí deposita una carta que duda que se llegue a leer algún día. Pero él, quitándose las lágrimas de sus ojos enrojecidos, la deja ahí sin más, retirándose y volviendo hasta donde su amigo lo espera con el coche. El cementerio no es un lugar nuevo para él, pero en su opinión, le es demasiado conocido ya que siempre acaba llevándose a las personas que más quiere. Primero su padre, luego su hermana seguida de su madre. Y por último, a Luz, el amor de su vida. Y cuya alegría se había apagado para siempre.
Querida amiga:
No es día para escribirte, nunca me ha gustado hacerlo. Siempre he preferido quedar contigo, aunque esta vez es una ocasión algo especial. Sabes que lo mío no son las cartas, así que no me culpes.
Luz, tú siempre has sido mi mejor amiga. Has sido siempre mi único amor. Y siento cada uno de los días en los que no pude hacer nada por salvarte antes. No lo consideraba tan grave como realmente era. Tampoco me contabas nada más allá de las supuestas palizas que te pegaba tu padre. Jamás me hubiera imaginado, hasta que me mandaste esa carta, que estarías embarazada y que además, que te violara. Jamás. Y si me lo hubieras contado antes, ahora estarías viva, Luz. ¿Cómo hemos sido tan estúpidos? Tu padre, un maltratador compulsivo, abusó de ti y de la confianza de tu madre. Pero a ella no la culpo, el amor ciega hasta al que mejor vista tiene.
Lo siento, Luz. Lo siento. Ni siquiera sé qué más decir. Tú estás ahí, tranquila y lo que seguramente no quieres, es verme sufrir aquí abajo. Te imagino echándome una regañina desde ahí arriba y es lo que más me consuela. Al menos, estás bien.
El doctor que te atendió me ha dado los resultados de tu diagnóstico sobre todas las contusiones además de información sobre el embarazo. Y bueno…jamás te enteraste si el bebé se salvó después de la paliza de tu padre o no, y la respuesta es que no pudo sobrevivir. Pero el caso es que… el niño era mío, Luz. Cuando te envié el mensaje, no sabía que lo era y cuando el doctor me lo dijo, no podía creérmelo. Lo nuestro no tuvo sentido en su día. Pero era mío y ojalá lo hubiésemos tenido. Ojalá los tres hubiésemos formado una familia. Ojalá, directamente, estuvieras aquí.

Te querré siempre, Gabriel.

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sábado, 25 de abril de 2015

Anime sdgnpsdighhg

 Tokyo Ghoul

Por supuesto tenéis que ver este anime.
A pesar de lo sobrevalorado que puede estar y la mierda de opening que tiene en la segunda temporada, os recomiendo que lo veáis porque os va a gustar si sois fanáticos del gore (o lo que dejan de él por la censura de kafhaofh *calma Mireya*)
O quizás no.
De todas formas aquí tenéis, chiquitos míos, el opening awesome de la primera temporada de Tokyo Ghoul que me enamoró desde el primer momento.
Evidentemente, espero con ansias la tercera temporada.
Para meteros en ambiente, os hago un pequeño resumen para que sepáis de qué va.
Allá voy, eh.
Trata de un chaval que se convierte, como bien dice el título, en ghoul y que no lo lleva muy bien. ¿Qué es un ghoul? Es una criatura sobrenatural que se alimenta exclusivamente de humanos pero, ojo, le gusta el café. Y NO OS CUENTO MÁS PORQUE KFHASIFHOAIFYHASUFSF *the feels*





No game no life

Si sabéis de qué anime os hablo, estaréis ya al tanto de su contenido ecchi, que en mi caso no me molestó en absoluto. Más que eso, me llamó la atención los toques de humor que tiene este anime y lo parecido que es a Sword Art Online (SAO para los amigos)
En este caso, la trama es totalmente distinta a Tokyo Ghoul, es decir, va sobre cómo dos hermanos (algo cariñosos entre ellos *INCESTOOOOOO, venga no) que se meten en un juego donde todo va regido por una serie de normas. El tema es que en ese juego, no pueden retarse unos a los otros si no es a través de otros juegos y es ahí cuando entran Sora y Shiro, gamers expertos, por lo que toman ventaja de sus habilidades para hacerse vencedores para luego poder desafiar a la persona que provocó que acabaran en ese mundo.
Obviamente, el opening es también awesome (pero no más que el de Tokyo Ghoul jejejeje)



Y hasta aquí, los animes que os recomiendo por el día de hoy.
Es muy posible que os recomiende muchos otros porque asnklfjaklfha. En fin, espero que os sirvan de algo.

*se cierra el telón*




Y YO PESADA VUELVO A HABLAR EN...... ATUL

El escenario equivocado - Parte 4

-¿Y mi hija?
-No se preocupe, me encargaré de ella después. La llevaré hasta un apartamento.
-No tiene pinta de ser policía.
-No necesitamos siempre el uniforme. Tenga en cuenta, señora, que nadie se puede enterar de lo que estamos haciendo ahora. Es por su propia seguridad.
Al final, su amigo cumple con su palabra y saca de ahí a la madre de su amiga.


La ciudad sigue con las farolas encendidas, con esas bombillas que a penas iluminan una calle sin que se fundan antes. Ella está tirada en el suelo, ensangrentada y con el labio partido por la mitad. No está en un lugar demasiado transitado, por eso ha elegido ese sitio. Así podría distraerlo y eso ha hecho. Los alaridos de angustia y desesperación intentan llegar lo más lejos posible, pero nada. Nadie pasa por allí. Entonces se acuerda del móvil de su madre.


La luz del hospital lo mantiene despierto toda la noche. Está a su lado, sujetando la mano fría de su amiga. El pitido continuo de su pulso lo tranquiliza, pero nada más. Sigue teniendo pánico.


-La culpa es mía.
-Usted no sabía que su hija se encontraba tan mal. No lo sabía ni yo. Solo su tía.
-Me ha llamado y me lo ha contado todo. Oh, Dios mio ¿Y la carta?
-Señora, su hija me pidió que la quemara.
-¿Entonces está embarazada?
-Antes de la agresión, eso decía. Quizás lo haya perdido, un médico me ha dicho antes que su cuerpo tenía demasiados hematomas para alguien que tiene diecinueve años. Puede ser que el feto haya sufrido daños. No lo sé.


-¿Cree que aquí puede retenerme?
-No, pero al menos no podrás violar ni maltratar a nadie más. Menos mal que contigo hemos sido rápidos y te hemos metido aquí dentro cuanto antes. ¿Cómo se te ocurre violar a tu hija, desgraciado?
-La ley me soltará.
-¿Sin antes pudrirte y quitándote las ganas de volver a hacerlo? No lo creo.
-Dentro de unos años estaré fuera. Tarde lo que tarde.
Lo peor es que es verdad. Todos los demás encarcelados guardan silencio, cansados de levantarse y tener como primera visión unos barrotes. Pero ese hombre, a pesar de lo que crea, se quedará allí tanto tiempo que se olvidará, con suerte, hasta de su propio nombre.


-Siento comunicarles, que el feto no ha podido aguantar tantos golpes. Y según tengo entendido, durante tantos días seguidos. Es un milagro que ella siga viva. Aunque aún puede volver a recaer, no lo sabemos. La seguiremos teniendo en observación, señora.


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jueves, 23 de abril de 2015

Death Note - Reglas de uso II



  • "Este cuaderno pertenecerá al mundo humano una vez toque el suelo de este mundo."
  • "El propietario del cuaderno podrá ver y escuchar al propietario original, un Shinigami."
  • "El humano que utilice este cuaderno no podrá ir ni al cielo o al infierno por toda la eternidad."



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Comida vs Haters

Paula estuvo frente a un espejo durante más de una hora, soportando cómo le tocaban el pelo, cómo la maquillaban y escuchando cómo los demás le decían cómo debía comportarse. Se mantuvo impasible, sin mostrar ni una emoción. Odiaba aquello y verse así misma aún más. Odiaba ese momento del día en el que tenía que sentarse en una silla incómoda y mirarse en ese enorme espejo que le mostraba la "belleza" estereotipada que la sociedad quería ver.
Desde ese mismo espejo se podía observar una mesa alargada llena de comida, cuyo olor podía llegar hasta la nariz de Paula. Ella se rió de sí misma, dándose pena. A Paula no se le estaba permitido comer de esa mesa, puesto que solo y exclusivamente podía comer de ella el personal. Ni Paula ni sus compañeras que se veían en la misma tesitura podían alargar la mano y coger un bollo para rellenar sus estómagos vacíos. Porque así de vacíos debían de estar para ser "perfectas". A pesar de los constantes ruidos que emitía su barriga, Paula decidió hacer oídos sordos. Al menos, hasta que llegara a su casa.
Al lado suya, dos chicas iguales en cuanto a cuerpo, parecían contentas y encantadas con su profesión. Les gustaba estar así de delgadas, así de parecidas, así de cadavéricas. Ellas no se veían, pero Paula podía notar cuán pálidas se habían vuelto desde la primera vez que las vio.
La joven en cambio, sabía que cada día iba a peor.
Por desgracia, necesitaba aquello. Necesitaba el dinero para poder estudiar ya que sus padres no apoyaban su decisión de irse de casa para estudiar. Paula tenía que pagarse todo. Por ello aguantaba ese mundo horrible. Pensó que aprovechando lo delgada y alta que era, además de guapa, podía entrar en el mundo de las pasarelas. Y así fue. Pero ahora se arrepentía por no haber buscado otra alternativa. Al principio le pareció genial, podía sacar partido de su encanto y ganar dinero a la vez, pero luego descubrió la otra cara de ese mundo. Sus asesores comenzaron a decirle que estaba demasiado "gorda" y que debía adelgazar sino quería verse en la calle. Ella asintió y lo aceptó.
Al día de hoy, Paula se limitaba a hincharse de comer en su casa para luego vomitarlo. Pero no lo hacía por propia voluntad, sino al contrario, su cuerpo se había acostumbrado al rechazo de la comida y expulsaba todo lo que había dentro automáticamente.
Paula se odió así misma por haber permitido ese horror que no podía abandonar si quería seguir estudiando.
La joven, una vez lista, salió y junto a sus compañeras, empezó a desfilar.
Dos minutos después, Paula cayó al suelo desmayada.



-Diana, baja a comer.
Su madre pegó dos veces en la puerta de la habitación de su hija y como siempre hacía, bajó para esperarla ya sentada en la mesa puesto que sabía cuánto tardaba en bajar.
Diana, por otro lado, estaba tirada en la cama mientras veía desfilar por la tele a las modelos de la pasarela Cibeles. Le encantaba verlas desfilar con sus cuerpos de infarto, tan delgadas, tan hermosas...
A la chica se le escapó una lágrima, la misma que se limpió para que su madre no se diera cuenta de que había estado llorando.
Deseó ser tan hermosa como ellas, porque en ellas la gente se fijaba, no en la gorda de Diana. Eran bellas, bellas de verdad, como tantas jóvenes que salían también en los anuncios de colonia. Diana les tenía mucha envidia. Demasiada.
Ella no podía hacer otra cosa que no fuera comer y vomitar, sin dejar que su madre se percatara de ello, por lo que debía tragarse rápido las tres comidas que le ponía al día.
Su objetivo era ser tan delgada como una de sus modelos favoritos, la cual se llamaba Paula Hernández. Paula era alta, esbelta y pálida. Tenía unos enormes ojos marrones y de pelo pelirrojo ondulado que le llegaba hasta los hombros. Era preciosa y cada vez que la veía desfilar, se quedaba embobada.
Por ahora había logrado perder dos kilos, pero para nada, porque se seguía notando lo rellenita que era.
Diana se levantó de su cama, pasando por delante de su espejo y parándose en él. Diana era morena y de ojos tremendamente oscuros, con grandes caderas y poco pecho además de piernas anchas. Se lamentó por ser así y por haber comido  tanto durante años. Ella no quería ser así y conseguiría dejar de serlo.
La joven bajó a la cocina donde le esperaba su madre para comer. Ella vio su plato preparado y pensó lo bien que olía. Sonrió a su madre y comenzó a comer en silencio, concentrada en decirse así misma mientras, que la comida era su enemiga y que debía de odiarla.
Una vez hubo terminado a los diez minutos, se levantó y se fue disimulando al cuarto de baño. Allí se metió los dedos en la boca y empezó a echar todo lo que acababa de comer con el fin de ser igual que Paula.

El escenario equivocado - Parte 3

Se ha puesto un abrigo antes de salir por aquella puerta que desearía que estuviera cerrada eternamente. Se dirige hacia Correos para mandarle una carta a un amigo. Tiene las manos congeladas, cadavéricas y de color azul a pesar de que vive en Málaga. No tiene bien la circulación desde hace mucho tiempo, pero sigue su camino hasta la oficina de Correos. Una vez allí, intenta devolverle la sonrisa sincera a quien la atiende por detrás del mostrador, pero a penas le llega a los ojos. Los tiene caídos, con patentes ojeras en cada uno de ellos. Tiene un pañuelo y con él se oculta las partes oscuras de su cara y se lamenta de llegar hasta ese punto. Es curioso que, hasta la luz palpitante del final de la gran sala, le moleste. Le aguijonean los ojos hasta acabar entrecerrándolos, como en ese momento. Entrega la carta y se da la vuelta. No sabe cómo le ha podido pedir eso a su amigo, es demasiado y lo entiende.
Cuando sale, toma dirección hacia ninguna parte. Sigue haciendo frío pero prefiere quedarse allí fuera. El único problema es que, sin esperarlo, se echa a correr hacia su padre que se encuentra tirado a los pies de un banco con una botella.


Está sola.
-No creo que pueda ir. Es una gran responsabilidad, entiéndelo.
-¿Qué me quieres decir? Eres mi amigo.
-No puedo hacerme cargo, lo siento. Necesitas ayuda de la buena, no un amigo. Entra en razón y llama ahora que puedes a la policía, ponlos al tanto. Lo agradecerás.
-No puedo hacer eso.
La línea del otro teléfono se corta, sin que se escuche una palabra más procedente de la voz rota de su amiga. Lo odiará, lo sabe.


En medio de la oscuridad impenetrable de una habitación, el teléfono de su madre, el cual se ha quedado y del que nadie se percata, suena de repente. Ella se incorpora cansada y con los músculos resentidos a causa del embarazo y otras cosas que no quiere recordar, pero no se molesta en estirarse para escuchar a su cuerpo quejarse y alarga el brazo como puede, viendo que tiene un mensaje.

Ojalá ese bebé fuera mío.



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martes, 21 de abril de 2015

El escenario equivocado - Parte 2

La chica, dos años mayor, se acerca hasta el frigorífico. Observa la evidente falta de todo y se estremece. Lo abre y coge una bolsa pesada de hielo. La luz tenue de la cocina apacigua la aparente tensión. Se sienta y piensa en lo poco que se ha utilizado esa mesa dada la falta de encuentros familiares allí. Sólo se usa para lo que está haciendo la joven, es decir, nada. La bolsa de hielo refresca su cara y agradece la calma. Sin darse cuenta, cae hacia delante llevada a rastras por el sueño que no ha conseguido conciliar días atrás. Todo queda nuevamente en silencio y no se escucha nada, excepto el crujido de la humedad de los muebles. Unos ojos se cierran, con una pesadilla a cuestas.


-¡No, por favor!
-¡Cállate!
Y nadie vuelve a decir nada, pero no por voluntad propia. Nada le gustaría más que aquello se pareciese a una pesadilla, pero no es así.


-Conozco esa mirada tuya. No la toques más.
-No conoces ninguna mirada mía, no inventes.
-Estás enfermo. ¿Cómo le puedes hacer eso?
-Ella me deja.
-No sé cómo puedo consentirlo, es una niña.
-Con cuerpo de mujer.
-¿Y cuándo tenía diez años también? ¡Ya basta!


Unas manos abren sin ninguna sutileza la puerta del buzón. Lo abre y coge una carta y sin duda, sabe de qué se trata. Él abre el sobre y se pone a leerla con lentitud para captar cada una de las palabras escritas. Mientras se dirige hacia el ascensor, intenta hacerse a la idea de lo que pone. Llevan una semana o incluso más que ninguno sabe nada del otro, pero entonces aparece eso.
Abre la puerta y justo cuando la cierra, cae en redondo al suelo.
Querido amigo:
No puedo con ésto yo sola. Simplemente, es imposible. Yo aún intento hacerme a la idea. NADIE puede enterarse de lo que te voy a contar. Ni siquiera sé cómo voy a relatártelo, estoy escribiendo según y conforme mis manos dictan. Sabes parte de la historia, así que no me voy a andar con rodeos.
Estoy embarazada, estoy literalmente embarazada. La única persona que lo sabe es mi tía y ella, a petición mía, no va a contar nada. Mi tía sabe como es él y que podría provocar el peor de los males. Tengo que irme de aquí, lejos de cualquier cosa relacionada con él. No puedo traer nada al mundo para que se convierta en otro blanco más para sus manos.
Mi madre no sabe nada del embarazo, o eso creo. Todo esto está perdido y necesito que te lleves a mi madre de casa, por favor. Yo me iré a la de mi tía y luego llamaré a la policía. Que por cierto, no sabes cuánto lamento no haberte hecho caso antes. Ha venido además otra denuncia. No sé si esto será para siempre, pero espero que no. No soporto saber que lo que tengo dentro es de él. Eres mi única esperanza.
Ocúpate de mi madre. Ella no sabe que te he escrito, es más, no sabe ni de tu existencia. Hazle creer que eres un policía o alguien con autoridad suficiente para que te haga caso. Tienes que sacarla de mi pesadilla, de nuestra pesadilla. Intentaré robarle el móvil para llamar y avisarte de que está sola y puedas llevártela.
Lo siento. En cuanto termines de leerla, por favor, quémala.

Te quiero.

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domingo, 19 de abril de 2015

Death Note - Reglas de uso I





  • "El humano cuyo nombre sea escrito en este cuaderno morirá."
  • "Este cuaderno hará efecto si el propietario piensa en la cara de la persona a la que va a matar mientras escribe el nombre. De este modo, la gente con el mismo nombre y apellido no se verá afectada."
  • "Una vez escrito el nombre la víctima sufrirá un paro cardiaco en 40 segundos"
  • " En los 40 segundo se puede especificar la causa de la muerte y se le otorgaran 6 minutos y 40 segundos para especificar las causas de la misma"


SIGUIENTE  >>>>>>>>>>>>>>>>>>>> Reglas de uso II

El escenario equivocado - Parte 1

Se abren unos ojos.
Al principio alguien se asusta por culpa de la oscuridad y luego por una cierta pesadilla que ha irrumpido en el silencio de la callada noche. En todo caso, no se queja en absoluto de sus perturbadores sueños, ya que los prefiere mil veces. La luz de la luna baña ligeramente el cuarto, llenándolo a su vez de intranquilidad.
Se cierran unos ojos.


-¿Estás bien? Te veo mala cara.
-Sí, estoy bien.
-¿No quieres que llame a tu padre o a tu madre? Quizás alguno te puede recoger y...
-No, he dicho que estoy bien. De verdad.
Un timbre, cuyo ruido amedrenta a los demás para irse del aula, suena y se llena de murmullos sordos haciendo que varias conversaciones se mezclen entre sí. Mientras una niña intenta bloquear la voz de su profesora, elige la opción de levantarse en vez de quedarse y deja a la mujer hablando sola.
No llega a decir nada más, engulléndose a sí misma en el continuo alboroto de todos los alumnos que entran y salen de la clase.


El nítido sonido de una charla algo tensa se cuela por el pasillo. La niña se asoma, con la luz apagada, hacia su puerta y acerca el oído para escuchar algo. Solo se pueden entender palabras que aparentemente no tienen sentido alguno. Al menos para la oyente. Detrás suya se encuentra una cama, que aun siendo más de las once de la noche, sigue intacta y sin abrir. No se utiliza apenas, por ello se queda siempre tal y como está. Pero sólo el silencio del cuarto, el cual está impregnado en cada una de esas cuatro paredes, no es suficiente para oír la conversación en condiciones. Así que la abre y, finalmente, consigue oír perfectamente qué es lo que dicen. Se inclina hacia delante.
-¿La profesora?
-Te lo he dicho, me ha llamado ella preguntando por la niña.
-¿Qué le has dicho?
-Relájate. Le he dicho que está pasando por un catarro y nada más. No te preocupes, tus espaldas seguirán salvaguardadas. Pero no sé hasta cuándo.
Tanto asomar la cabeza, hace que se le resbalen las manos y se precipite contra el suelo. Con un alarido se queja del dolor de uno de sus brazos. Rápidamente, dejan de hablar y lo único que se oye es a una persona lamentándose.


-¿Y te ha dejado salir?
-Sí, he hecho lo que tenía que hacer.. o eso creo.
-Eso no está bien, lo sabes, por Dios.
-Ya no sé qué está bien.
-Tienes diecisiete años, igual que yo. No es normal.
-¿Crees que eso le importa a alguien?
-A mí.

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Comunicado real

*se abre el telón*

Es necesario decir que si eres una persona delicada y no eres partidaria de las tragedias que más adelante subiré, te recomiendo que no me leas. Si esperas leer historias románticas y empalagosas sin una pizca de gore en ellas, te puedes estar largando. 
No quiero dañar la moral de nadie, pero sí que es verdad, que desde varios puntos de vista, escribo relatos bastante fuertes y que puede que os choquen. No me gusta escribir historias con finales felices porque os voy avisando desde ya, que no creo que esos finales existan. 
Por lo tanto, aunque aparentemente mis historias sean normales, suelo destrozarlas. 
Dicho todo esto, pienso que solo es una recomendación y un aviso para ocasiones futuras. Pero con ello tampoco me refiero a que os vayáis a espantar. No creo que nada de lo que leáis aquí os suene a nuevo, así que tranquilos. Puede que incluso os aburran, algo que es normal si no te gusta cómo escribo o cómo enfoco las historias, pero bueno, ese no es el caso.
Aún así, espero que me leáis.

*se cierra el telón*



OTRA VEZ APAREZCO AKÁ >>>>>>>>>>  Animes askfhnasoghf

jueves, 16 de abril de 2015

¿Virginia? 2/2

Virginia lloraba en silencio, notando cómo su garganta se desgarraba poco a poco. No quería hacerlo, pero se vio de nuevo en esa situación que había evitado recordar desde hacía tres años, viendo cómo ese mismo hombre violaba a su amiga llevándola hasta la muerte. Ella corrió no muy lejos, sin perder de vista a su amiga y tuvo que esconderse cómo pudo. Se le había caído varias veces el teléfono antes de poder marcar el número de la policía. Al estar en shock no sabía qué otra cosa podía hacer, estaba totalmente en blanco, llena de miedo. Los continuos puñetazos que el hombre le propinaba y los insultos que este le dedicaba a su amiga iban en aumento, clavándose en la memoria de Virginia más y más. Cuando por fin consiguió llegar la policía, su amiga ya estaba muerta. A pesar de ello, lograron capturarlo. Después de aquello, pasó medio año entero en su casa y yendo al psicólogo. Tras ese tiempo, por fin se atrevió a salir a la calle de nuevo, más o menos mejor de lo ocurrido. Pero una vez recuperada su tranquilidad y su seguridad, sin dejar de llorar por la muerte de su amiga, sin dejar de culparse por no haber parado a ese hombre y sin dejar de ir al cementerio, con ese hombre en la cárcel haciendo que Virginia se sintiera en paz, pasa eso, viéndose en la misma situación que hacía tres años. 
Se volvía a repetir, aunque ahora, era ella quién ocupaba el lugar de su amiga mientras que no había nadie que ocupase el suyo.
El hombre se levantó con una sonrisa que le llegaba hasta los ojos, ilusionado con su nuevo proyecto, y en menos de dos segundos, ya tenía bajado los pantalones para Virginia, para el pleno disfrute de Virginia. La joven pareció recuperar la voz y algo de fuerza, por lo que al ver aquello, eso que parecía apuntarla con demasiado interés, hizo que empezara a moverse hacia la izquierda para poder echar a correr en cuanto tuviera la oportunidad de levantarse, por mucho que le doliera la cara y las costillas.
Por desgracia, no fue así.
El hombre volvió a interceptarla y se tendió encima de ella, sin preocuparse en absoluto por si alguien los veía.
-No... no, por favor...
Ella no sabía cuándo había pasado, pero los dedos de ese hombre habían desabrochado y bajado los pantalones de Virginia de manera audaz y rápida. Virginia notó el roce de sus dedos y de su miembro entre las piernas y se movió para evitar el contacto, provocando el efecto contrario. Aquel hombre deslizó sus dedos por debajo de las bragas azules de la chica y se encontró con el suave y depilado coño de Virginia. Ella gritó de nuevo, pero él le puso una mano en la boca.
-Shhh... Tranquila...
De los ojos de Virginia no dejaron de caer gotas. Quizás ese era su merecido por no haberse movido hacia la dirección adecuada cuando estaban haciendo lo mismo con su amiga. Ella quería que alguien se lo quitara de encima, como seguramente habría deseado su amiga en ese momento. Ahora más que nunca, sabía que ella había muerto por su culpa. Llamarlos no había servido más que para matarla.
Era una cobarde.
El hombre siguió revisando con los dedos su entrepierna y ella sintió asco y repulsión de lo que le estaba haciendo. Entonces, le estampó un fuerte puñetazo en aquella zona tan sensible y expuesta. Virginia gritó como pudo y supo que seguir moviéndose era peor para ella. El dolor de su parte más íntima comenzó a atormentarla, pero no más que los ojos ansiosos del hombre que estaba a punto de violarla y matarla en medio de la calle sin ningún pudor.
-¿Virginia? ¿Eres aún virgen? ¿Cómo es esto posible?
Ella negó con la cabeza, pero antes de que pudiera hacer nada más, la sangre ya había empezado a resbalarse por su entrepierna. Virginia sentía como si le acabasen de partir un hueso, como si le acabaran de empalar con un trozo de hierro. 
Él empezó a moverse con inquina, fuerte y sin reparo dentro de Virginia, haciéndose hueco entre sus piernas engarrotadas. De repente, en un momento de máxima excitación del hombre, le propinó un puñetazo en la cara que provocó que Virginia cerrase los ojos. Le cogió del pelo y elevó su cabeza, destapándole antes la boca, para luego estampársela contra el suelo tres veces. Además del charco de sangre de sus piernas, también se formó otro alrededor de la cabeza de la chica. Para él, esa sensación era mejor que cualquier otra que hubiese experimentado antes. Follarse a una virgen, ¿eh? Incluso mejor que cuando mató y se folló a su amiga, y no precisamente en ese orden.
Para cuando el padre de Virginia encontró a su hija, ella ya estaba muerta. Había llegado tarde y el asesino se había largado antes que nadie. 
La escena era horrible a los ojos de un padre. Su hija, tirada en el suelo con las piernas abiertas y retorcidas, con la cara amoratada y el cráneo roto. Rodeada de sangre y desnudada de cintura para abajo. Dejada en el suelo cual muñeca de trapo.
El padre de Virginia era testigo del resultado de errores fiscales, sobornos y condenas mal impuestas. Ese hombre, el cual debería de estar aún en la cárcel, había sido liberado esa misma mañana y se había preocupado por encontrar a la chivata que le había llevado entre rejas.
Pero estaba muerta.
De todas formas, él se sintió orgulloso, al menos, por haberle hecho un favor a la muchacha; le había quitado su virginidad y no había muerto sin probar antes ese placer.


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¿Virginia? 1/2

Virginia se dirigía de camino a su casa cuando notó cómo el frío comenzaba a calarle los huesos. No es que en Málaga hiciera demasiado frío, pero sí más que normalmente. Se abrochó la fina chaqueta de cuero con la esperanza de cobijarse un poco, pero se dio cuenta de que su madre tenía razón al haberle advertido del frío que haría sobre esas horas. Era obvio que cuando llegase a casa su madre se reiría de ella. Aún así, se frotó los brazos y siguió hacia delante sin detenerse, no quería llegar demasiado tarde, ni recibir gritos que podía evitar fácilmente si en su mano estaba evitarlo.
De repente, su móvil empezó a sonar y antes de que contestara, se imaginó quién podía ser.
-¿Mamá?
-Virginia, ¿dónde estás? - ella notó la voz llena de pánico de su madre y se preguntó qué podía haber pasado para estar así. Tenía que ser bastante grave si así era, ya que sabía que Virginia no era de las que estaban hasta muy tarde fuera de casa.
-Estoy llegando, ¿por qué? - miró a su alrededor y empezó a sentirse extraña. ¿Sería por la llamada de su madre?
Al otro lado del teléfono, escuchó a su madre llorar y sollozar, algo que hizo poner en estado de alarma a Virginia. Ella ya se había puesto así mucho antes. Lo malo era, que por extraño que le pareciera, su cuerpo reaccionó por sí mismo haciendo que se pusiera completamente rígida y en tensión.
De fondo, oyó varios gritos de su padre, quien se puso seguidamente al teléfono.
-Virginia, ¿dónde estás? - le preguntó casi gritándole-. Dime la calle en la que estás.
-En la calle...- se giró y empezó a buscar algún letrero que indicara el nombre de la calle. Se conocía el sitio y la mayoría de las calles de la zona, pero desafortunadamente no sus nombres-. No lo sé, no hay ningún letrero. Pero estoy cerca, de verdad - suspiró sin entender nada, retomando mientras su camino-. ¿Por qué llora mamá?
-Mierda... Virginia, llama a la policía y quédate donde estás.
-¿Pero por qué?
Virginia se dio de nuevo la vuelta sin colgar el teléfono y se fijó en la fachada de los bloques por los que pasaba. Para su desgracia, la chica empezó a temblar y a aligerar el paso. Cuánto antes llegara, antes averiguaría qué pasaba con sus padres y esa histeria repentina por teléfono.
-¡Virginia llama a la policía!
Antes de que se diera cuenta y pudiera reaccionar, Virginia se vio contra una pared con las manos a cada lado de su cabeza y con los ladrillos de un bloque clavados en su espalda. Reprimió un grito de dolor y miró al individuo que le acababa de acechar. El corazón le dio no solo un vuelco, sino varios que hicieron que quisiera vomitar. Sus ojos no dejaban de llorar y ni siquiera se había percatado de cuándo había comenzado a hacerlo. El acechador le cogió ambas manos con una sola y se las subió para que las tuviera por encima de su cabeza y así coger con la otra el móvil de Virginia, por el que se escuchaba a su padre gritar su nombre una y otra vez.
-Tu hija está más guapa desde la última vez - le dijo al padre de Virginia mientras, sin ninguna decencia, se restregaba contra el cuerpo de Virginia y pegaba su cara a la de la chica-. Esta vez no se me va a escapar. Me gusta incluso más que su amiga.
-¡Papá! ¡Papá! - gritó con la voz rota despegando su cuerpo de la pared para poder impulsarse e intentar que la soltara.
Y lo hizo, la soltó, pero para poder darle un buen puñetazo en la cara y tirarla en el suelo.De manera seguida, vino una patada mal dada en las costillas que le quitó las ganas de llamar a nadie. Perdió la fuerza con tanta facilidad que se dio vergüenza, pero qué iba a hacer ella. Nada, nada como la última vez.
El hombre se agachó hasta ponerse a su altura, con el teléfono cerca de ella para que oyera la desesperación de su familia.
-¿La escucháis? Es vuestra hija. Ahora mismo está en el suelo -  les explicó a sus padres lamiéndose los labios y devorándola con la mirada-, pero tranquilos, no me importa follármela  en el suelo como hice con su amiga. Por su culpa, he estado metido en prisión durante demasiado tiempo y ahora toca cobrarme lo mío, aunque eso implique volver a estar entre rejas.
Antes de que el padre de Virginia pudiera dedicarle cualquier insulto de desesperación y gritos que no solucionaban nada, el hombre cortó la llamada y estampó el móvil contra la pared que tenía justo delante.





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miércoles, 15 de abril de 2015

¿Pero qué coño?

*se abre el telón* 

No te preguntes cómo has llegado hasta aquí porque la pregunta es tan absurda como este blog. De cualquier manera, ya estás dentro y no puedes retroceder, y aunque quisieras, no te lo permitiría. ¿Cómo que por qué? Porque la vida nos golpea y a ti te ha golpeado entrando aquí. 
¿Cómo lo ves tú? 

*se cierra el telón*
Haz para mañana lo que no quieres hacer hoy - Mireya Palomino


HABLANDO OTRA VEZ EN.... Comunicado Real