-Dime que no falta mucho, por favor.
Will echó un vistazo al resto de la historia. No faltaba mucho, pero vio que su amiga toleraba bastante poco lo que había escrito en el cuaderno. Aunque a él le encantaran ese tipo de historias, no podía negar tampoco que no se le revolviera aunque sea un poco el estómago. Estaba todo escrito con mucha crueldad y odio, se notaba en la letra y en la presión que habían ejercido con el lápiz.
-No, solo un poco más.
-Menos mal.
-¿No quieres saber cómo acaba? - le preguntó a Lotte. En sus ojos pudo ver atisbo de duda, ella tenía curiosidad, era su estómago el que le decía que dejara de escuchar lo que venía en ese cuaderno. Charlotte tenía una imaginación muy amplia, así que no le era difícil imaginarse la situación.
Lotte asintió, echando tripas.
-Déjame leer ahora a mí, Will.
Le tendió la libreta a su amiga, quien se aclaró la voz para retomar la historia.
Al escuchar mi voz alzada, mis ojos, que indudablemente estaban inyectados en odio y repulsión hacia su persona, y la seguridad con la que sujetaba el fragmento de cristal mientras me acercaba hacia él, provocaron que se echara para atrás, hasta chocar contra la pared de la clase.
Se había encerrado así mismo.
Dante era esbelto y grande TODA UNA BOLA DE GRASA CON PATAS SIN ÁNIMA. Me daba asco solo de mirarle, pero como sabía que después de eso no tendría que sufrir más por sus abusos, por sus comentarios, por sus agresiones, por su falta de moral, todo lo demás eran matices que podía dejar a un lado por un par de minutos.
Era curioso, porque por primera vez, teniéndole tan cerca, pude ver su miedo. ME TEMÍA, OH SÍ QUE ME TEMÍA. Ahora sabía porqué mi madre mataba, ahora sabía porqué me gustaba (Y ME GUSTA) matar. El miedo y el horror de la víctima era de lo que tanto mi madre como yo nos alimentábamos.
Le cogí de la mano derecha, la de las pajas seguramente cuando no tenía a mano a la marioneta de su novia Sky, y le puse la palma mirando hacia el techo. No opuso resistencia, algo que en parte me sorprendió y por otra no. Yo le sonreí y al segundo siguiente, sin apartar mi mirada de la suya, le clavé el cristal en la mano. Dante ahogó un tremendo grito que tuvo que desgarrase la garganta. Quiso retirarse inmediatamente, pero solo con moverse, yo le clavaba más aún el fragmento de cristal, de tal manera que incluso atravesó su mano por completo. Un charco de sangre se formó a nuestros pies, como si un lago se tratara, Torcí el cristal y lo partí por la mitad. Me dolía aún mi propia mano, ¿pero dónde quedaba mi dolor cuando no podía parar de disfrutar del momento?
-Ahora te voy a bajar los pantalones, que sé que eso te fascina.
Dante continuó gritando, pero poco a poco fue perdiendo la esperanza. Cuando le bajé los pantalones, alcé la vista hacia mi compañero, quien tenía la vista clavada simultáneamente en mí y en su amigo Milles, a quien yo le daba la espalda.
-¿Enserio, Dante?
Su pene no era gran cosa, era más, me la esperaba de un tamaño considerable, ya que siempre vacilaba de ella. Pero claro, vacilaba de lo que carecía. ¿Cómo era posible que Sky follara con él? A mí me deprimiría. La escena de ellos dos copulando me produjo ansia, y tuve que apartarla de mi mente.
-Vamos a ver... Ahora vas a hacer lo que yo TE DIGA. ¿Vale? - se me notaba en la voz que estaba ansiosa por que muriera ya. Estaba impaciente.
Le cogí la mano herida, la que tenía el cristal incrustado. Él gritó e intentó que no se la cogiera, pero no pudo hacer nada. Solo obedecer. No tenía otra opción Y ME ENCANTABA.
-Vamos, Dante. Date amor a ti mismo.
Pero no me hizo caso, así que le hice yo el favor al muchacho. ¡Qué gran persona fui! ¡Tan amable...! Le cubrí su mano con la mía y como una marioneta, se la moví hacia arriba y hacia abajo mientras el cristal se le iba clavando por todo el miembro. Volvió a gritar, muerto por el dolor en su genitales. ME DABA UN ASCO INCREÍBLE, PERO mi fuerza de voluntad fue tal, que no logro comprender aún cómo fui capaz de soportar las ganas de vomitar.
La clase se había impregnado del olor a sangre, a metálico y a muerte. Era fantástico.
Dante finalmente se derrumbó por el dolor que sentía. No volvería a mear en condiciones en su vida. PORQUE COMO YA NO TENÍA UNA, PUES... Dejé que se cayera solo al suelo, con la mano en su pene, aguantando el dolor entre lágrimas. Lo observé desde arriba, entre la risa y la histeria. Me agaché, complacida por estar acabando mi trabajo, le cogí el miembro con una mano y con el otro trozo de cristal que me quedó, le extirpé desde la base. La sangre me estaba dejando completamente empringada, pero me gustaba esa sensación. Con Annabel me había pasado igual, pero a Dante le tenía aún más inquina. Los huevos (llenos de pelos) se quedaron sin tronco. Tristes y solos. Seguidamente se la metí en la boca, obligándolo a que la abriera. Cuando la tuvo dentro, quiso vomitar, pero se lo impedí e hice que masticara su propio pene.
-¡¿NO TE GUSTA QUE TE LA COMAN? PUES TOMA UN POCO DE TU PROPIA MEDICINA.
Me levanté y rápidamente, antes de que le diera tiempo a hacer cualquier cosa, cogí un nuevo trozo de cristal, el cual le clavé en la barbilla. Más sangre salió despedida hacia mí. El cristal salió por donde tenía la lengua. Dejé el cristal ahí clavado y me levanté, subiéndome en sus costillas como había hecho con Milles. Estas cedieron y yo paré de ejercer mi peso sobre él en cuanto vomitó su polla y sangre procedente de todas partes.
Se ahogó con todo lo que tenía en la boca. Se ahogó con la sangre que tenía en sus pulmones.
Milles había muerto. Ahora Dante.
-Nadie OS ECHARÁ DE MENOS. NADIE.
FIN DE LA SEGUNDA Y TERCERA MUERTE
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"En un lugar de la UMA (Universidad de Málaga, Spain) de cuya Facultad no quiero acordarme, estudiaba una loca escritora, de reputación dudosa según los antiguos y épica según las nuevas habladurías. Yo, Mireya, os presento la peor de las desgracias a manos de protagonistas desdichados, marionetas del destino, los cuales se suben a escenarios con telones rotos. Y más allá de ellos, existo yo. Ahora, que comience el espectáculo"
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