Siendo música para mis oídos, el timbre sonó y mientras recogía a cámara lenta mis cosas, esperé a que todos salieran. Conocía a Milles y a Dante, por lo que sabía que siempre eran los últimos en salir ya que solían ponerse a hablar de a saber qué cosas. Tratándose de ellos, no debían de ser cosas ni inteligentes ni interesantes.
La clase se quedó vacía en menos de dos minutos y antes de que pudieran salir ambos, me dediqué a cerrar tanto la puerta principal como la trasera. Estábamos solos, los tres, y de verdad, aquellos silenciosos y lentos segundos fueron los mejores de mi vida. Annabel había sido el plato entrante, pero Dante y Milles se estaban convirtiendo en el principal. Me giré hacia ellos y ambos se estaban mirando preguntándose qué era lo que estaba pasando.
-¿Qué coño haces? - me dijo Milles con cara de asco.
Cuando Milles me dijo aquello, se me encaró e intentó abrir la puerta de la clase. Su problema fue que en cuanto puso su mano en el pomo de la puerta, yo se la cogí y mirando a su amigo, la giré hacia mí, de manera que se escuchó un largo crujido procedente de su muñeca.
-¿!Pero qué haces, puta loca?! - gritó Dante dirigiéndose hacia mí, mientras miraba a su amigo retorcerse de dolor en el suelo. Al romperle la muñeca, Milles se había quedó flácido y cayó al suelo.
-Qué curioso. Annabel me dijo exactamente lo mismo antes de que la matara.
En ese mismo momento Dante fue a ayudar a su amigo, pero yo lo intercepté y le di un puñetazo rápido en el estómago, le cogí del brazo derecho poniéndome justo detrás de él y se lo retorcí hasta que se quedó postrado de rodillas en el suelo junto a Milles.
-¡SUÉLTAME, PUTA LOCA! ¡SUÉLTAME! ¡SOCORRO!
-¡ESTÁS COMO UNA CABRA! - chilló Milles como pudo.
Yo empecé a reírme, y les estampé a ambos dos fuertes patadas para que se quedaran tumbados el tiempo suficiente como para dirigirme hacia una de las ventanas de la clase. Abrí el cristal y haciendo uso de fuerza, quité una de las persianas rotas, la que peor estaba y la que más fácil me resultaba de sacar. (A ver, no eran las típicas persianas de toda la vida. Eran verticales y una independiente de la otra, además, al ser un instituto antiguo, todo estaba hecho mierda, incluidas esas persianas. NO FUE TAMPOCO FÁCIL, A VER PERO ESTABA DESEANDO...)
-Tú mataste a Annabel... - soltó Dante de repente, mientras intentaba incorporarse después de mi patada.
-Oh, dios mío...
Al sacar la persiana, me rajé la palma de la mano, pues estaba oxidada. A mí no me importó, porque mi dolor se vería recompensado con el de Milles y Dante. Se iban a poner a vomitar solo de ver cómo me lamía la sangre que empezaba a chorrear de mi mano.
A decir verdad, Milles no era mi objetivo principal, así que antes de que se levantara, le di otra patada en el estómago, de manera que se puso boca arriba, ahogándose en dolor. Le dolía la mano inutilizada y ahora el estómago, así que no podría moverse mucho más. Le puse un pie en el estómago, sujetando con firmeza aún la persiana y me incliné hacia él.
-Siempre he querido matarte, que lo sepas. Deberías sentirte importante por ello, no con todo el mundo malgasto mi tiempo, Milles.
Y dicho lo cual, hizo un intento por escupirme en la cara, pero su propia saliva le dio, quedando su cara manchada de su baba. Era asqueroso, aunque TODO ÉL ERA ASQUEROSO. Merecía la muerte desde el mismo momento en el que lo vi explotándose los granos del cuello y comiéndose el pus. POR DIOS, ES QUE, SI NO LO MATABA EN ESE MOMENTO, IBA A SER EN OTRO. ERA LO MÁS PUTO ASQUEROSO QUE HABÍA VISTO EN MI VIDA.
Cuando vi en sus ojos el miedo, me sentí demasiado bien, era maravilloso escuchar cómo Milles empezaba a sollozar por su propia vida, y ver a Dante llorar horrorizado. Nunca los había visto así, pero fue como si hubiera sacado matrícula en alguna asignatura. El pie que tenía sobre su pecho, lo puse justo encima de sus costillas e impulsándome, puse el otro justo al lado de este. De manera que todo mi peso cayó sobre sus costillas. Noté cómo estas fueron cediendo poco a poco y él se iba ahogando. Intentó apartar mis pies, pero yo era más fuerte. El extremo de la persiana que sujetaba lo puse justo donde la nuez se asomaba, así que estiró el cuello para que no le rajara.
-Me das asco. MUCHO ASCO.
Entonces, salté una, dos y tres veces hasta que escuché cómo sus costillas se habían partido y clavado en los pulmones de Milles, quien expulsó seguidamente sangre por la boca. Aproveché la oportunidad y le clavé la persiana en el cuello. Una fuente de sangre manó del cuello y de la boca y segundos después cerró los ojos mientras se convulsionaba.
-¡MILLES! !MILLES! - Dante gritó de horror, y sin esperármelo, se levantó y me tiró a un lado apartándome de su amigo muerto - NO PUEDES ESTAR MUERTO, MILLES. MILLES. SOCORRO. MILLES, NO. POR DIOS. ERES UNA HIJA DE LA GRAN PUTA. ¡MILLES!
Yo caí al suelo y solté la persiana. ¿Me había empujado? OH, SÍ, ME HABÍA TOCADO, ESE SACO DE GRASA SE HABÍA ATREVIDO A EMPUJARME.
-Me acaba de tocar... me acaba de...
-¡VOY A LLAMAR A LA POLICÍA, LOCA! ¡HAS MATADO A ANNABEL Y AHORA A MILLES! ¡ESTÁS LOCA! ¡ASESINA!
Dante se separó de Milles y corrió hasta su mochila para coger su móvil.
Yo estaba en estado de shock. Esa cosa me acababa de empujar, estaba tan asqueada conmigo misma por permitirlo que ni siquiera me di cuenta de lo que me había dicho Dante. En ese momento solo podía pensar en las veces que me lavaría para que no quedara ni rastro de Dante sobre mi cuerpo. Pensaba en cómo ese ser, esa bolsa de carne con patas podía tener novia y cómo su novia permitía que la tocara y que follaran... ERA TAN ASQUEROSO QUE ESE MISMO PENSAMIENTO FUE EL QUE HIZO QUE ME DESPERTARA DE MI ENSIMISMAMIENTO.
Me levanté y corrí hasta Dante. Sacando fuerzas de mí misma, le devolví el empujón. Puesto que era más corpulento que yo, me costó más apartarlo del móvil que acababa de coger. Logré quitárselo de las manos y se lo estrellé contra el suelo. Lo cogí del cuello y le apreté la yugular para que se ahogara un poco.
-¡PÚDRETE! ¡TE VOY A MATAR! ¡TE ODIO TANTO QUE HASTA ME REPULSA SABER QUE COMPARTIMOS EL MISMO AIRE, ¿ME ENTIENDES?!
Dante hizo amago por apartar mis manos, pero le propicié una patada en sus genitales y cayó otra vez al suelo. Yo lo solté y me giré hacia la misma ventana de la que había cogido la persiana. Agarré una silla y la estampé contra el cristal, el cual se fragmentó.
Me volví hacia Dante.
-SE TE VAN A QUITAR LAS GANAS DE TOCARME, DANTE. NI UNA VEZ MÁS. POR ESTE Y POR TODOS LOS AÑOS ANTERIORES. ¡¿ME HAS ENTENDIDO?!
CONTINUACIÓN >>>>>>>>>>>>>>>>> Bellas Artes - Parte 4/ Dante y Milles - 3
ANTERIOR >>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> Bellas Artes - Parte 4/ Dante y Milles - 1
No hay comentarios:
Publicar un comentario