-Soy idiota - se dijo, pegando un pequeño puñetazo a la pared.
Se apartó de la
pared y tomó el mismo camino por el que Beatriz había ido, no podía irse. Estaba
loco, podría traerle consecuencias lo que estaba a punto de hacer, pero lo
haría si su corazón seguía latiendo de esa manera. El sino le había llevado
hasta sus brazos y él lo había disfrutado, pero de nuevo ella se volvía a
alejar.
El Puente Santa Trinidad
se elevaba por encima del río Arno. Lo atravesaba completamente y las farolas
que se distribuían por todo el puente se encendieron al avistar el anochecer.
Beatriz sujetaba el cuaderno de su padre, temblorosa. No podía apartar de su
mente todo lo que Dante le había dicho y transmitido. Además, le había besado
cuando era incluso impensable eso para ella. Sus padres no lo tolerarían.
-Beatriz, estás
muy callada.
Monna era su amiga
desde que tenía uso de razón. Vivía en la casa de al lado y siempre estaban
juntas. Beatriz no tenía otra amiga, ni tampoco necesitaba a más, pues le era
suficiente tenerla a ella y a sus libros. Quería a sus padres, por supuesto,
pero era ese sentimiento de cárcel lo que le echaba para atrás. Por eso lograba
escaparse cada día y buscarse un lugar alejado de casa con el fin de evadirse.
Pero como solía ocurrir, Ella y Monna iban a por ella.
-Me duele la
cabeza - le respondió sin mucho interés.
Monna se fijó en
su aspecto. Beatriz solía ser una chica cuidadosa y delicada, risueña y alegre,
pero su amiga vio como los ojos castaños de Beatriz habían perdido brillo.
Tenía el pelo descuidado, con varios mechones sueltos y el vestido estaba completamente
arrugado. Los labios estaban hinchados y además, las mejillas encendidas.
-Pues tienes mal
aspecto como para que solo sea un dolor de cabeza.
Beatriz se miró su
vestido. Se encontró con la copa arrugada, dejada de cualquier manera. Debió haberlo
arreglado antes de separarse de Dante, pero había salido a toda prisa sin
prestar atención a cosas como un simple vestido. Se imaginó su cabello, todo
revuelto, con mechones sueltos y desaliñada.
-Una pena.
Monna suspiró.
Conocía a Beatriz cuando se ponía de esa manera, con esa intransigencia innata.
Sabía que debía dejarla en paz o cambiar de tema, por lo que optó por la
segunda opción ya que no quería que el camino de vuelta a casa se les hiciera
incómodo.
-Por cierto, he
oído algún que otro rumor por ahí.
-¿Por ahí?
Monna la miró de
soslayo y le sonrió con malicia.
-Tienes un nuevo
pretendiente.
Beatriz se paró en
seco, haciendo que Ella y Monna se pararan también. Beatriz sujetó con fuerza
su cuaderno, con pesar. No, ella no quería otro pretendiente, ella solo
quería... quería... a Dante. Estaba loca, sí, pero no podía dejar que otra
persona llenara su corazón. Ella no quería falsos protocolos, ni hipocresía
barata.
El río Arno era
hermoso, brillaba con fuerza bajo los focos de las farolas del puente. Como
todo en Florencia. Menos ella, en ese momento, Beatriz había dejado de ser
Beatriz, para dejar paso a una persona confusa.
-No.
-Beatriz - Monna
se acercó hasta ella y la agarró del brazo para poder retomar el camino. Ella
se alegró de que la señorita Beatriz tuviera una amiga como Monna. A pesar de
ser su criada, la joven no tenía confianza con su persona, no tanta como con
Monna-, esta vez no es cosa de tus padres.
Beatriz frunció el
ceño.
-¿Entonces?
-Raffaella me ha
dicho que por tus alrededores lleva rondando un joven durante unas semanas. No sé
si sabes algo o has notado cualquier cosa.
-No - dijo
inmediatamente. Quería creer que era Dante al que se refería, pero no podía
decirle a Monna y menos con su criada delante, que lo había conocido. Acabaría
enclaustrada, así que dejaría que creyera en rumores, no podía permitirse ese
lujo-. Quiero decir, quién podría ser tan acosar como para estar observando a
una persona como yo. Soy aburrida y nada hermosa.
Monna rió con
fuerza.
-No eres aburrida
y sí que eres hermosa. Si no fuera así, no tendrías tantos pretendientes.
-El dinero hace
mucho mal, Monna.
-Puede ser, pero
no es el caso. De todas formas, es ridículo, ¿no crees? ¿Quién está tan
chalado?
Beatriz se obligó
a reír, siguiéndole la corriente a su amiga, pero fue una risa débil y sin
entusiasmo. Confiaba en Monna, pero no tanto como para decirle lo que había
pasado ese día. Si se enteraban sus padres de lo ocurrido, Beatriz no volvería
ver la luz del sol.
Dante llegó hasta
el Puente Santa Trinidad. Beatriz se veía al fondo, como un pequeño lunar que
embellecía aún más el paisaje. Corrió tanto como pudo, guardando las
distancias, por supuesto. No quería incomodarla, pero debía reclamarla, era su
Beatriz. Recitaría su nombre las veces que hiciera falta para saciar su deseo de
ella. Cuando logró alcanzarla, se quedó varios pasos atrás sin que se diera
cuenta, le gustaba observarla, natural en su día a día, algo que no tenía el
placer de conocer. Por ahora.
-Es patético que
alguien vaya detrás de otra persona de esa forma - dijo Beatriz, indiferente-.
Si le intereso a alguien, no debería ridiculizarse espiándome. Es humillante y
me hace sentir gastada.
¿Qué era eso que
acababa de escuchar?¿Así tan pronto? Dante se llevó una mano al pecho. Acababa
de escuchar su corazón romperse en mil trozos, preguntándose cómo era posible
que aún siguiera de pie.
-Humillante y
degradante - sentenció la joven.
Dante no quería
oír nada más, había oído lo suficiente como para sentirse tocado y hundido. No
podía ser, su Beatriz acababa de cortarle la cabeza cuando hacía escasos
minutos la había tenido en brazos, notando cuán gélida era su piel y cuán
acelerado sentía su corazón. Él había creído en las pocas palabras que habían
intercambiado en aquella calle, en el beso que se habían dado, en las caricias.
Él seguiría escribiéndole versos a pesar de lo que acababa de escuchar, estaba
seguro. Confiaba ciegamente.
-Señorita Beatriz.
Beatriz escuchó la
voz de Dante. Sabía que era él e inmediatamente se temió lo próximo en venir.
Ella continuó andando, como si no hubiera escuchado nada. Ella le quería, lo
sabía desde que había visto sus ojos, pero no podía hacerle eso, ahora no.
Debía confiar en que no la creería.
-Sé que me está
ignorando.SIGUIENTE >>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> Divina Comedia - Final
ANTERIOR >>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> Divina Comedia - tres
No hay comentarios:
Publicar un comentario