sábado, 28 de mayo de 2016

Stucky - Parte 2 (yaoi)

Otra vez la misma pesadilla de siempre. Vuelvo a huir, pero en esta ocasión sin la tranquilidad de saber que es solo un sueño. Esto es real. Yo soy real y Steve, el estúpido de Steve, también es muy real. Está aquí, conmigo, ha venido a buscarme como tantas veces deseé y no quise aceptar. Mi cabeza es un torbellino de sensaciones, pero ahora no puedo pararme a pensar en ello, tengo que salir de aquí. Corro hacia la salida más cercana, que es la puerta de mi balcón. Me giro de nuevo para ver si Steve me sigue, y efectivamente ahí está. Me voy y corro para coger impulso. Sin detenerme, salto por encima de la barandilla y me tiro al vacío. No sé cómo lo hago para llegar al bloque de en frente, pero entonces recuerdo. He sido entrenado para la Segunda Guerra Mundial y luego he sido torturado por Hydra para que hiciera cosas que nunca pensé que llegaría a hacer. No sé si alegrarme o echarme a llorar aquí mismo, pero no, Steve no me puede ver llorar, ¿qué pensaría de mí después de tanto tiempo?
-¡Bucky! – de repente, justo cuando caigo en la azotea del bloque, me encuentro con Steve, de nuevo sobre mí-. Bucky, ya basta. Debes detener esto. Huyamos.
-Hoy no.
Lo aparto de mí, a regañadientes. Todo su peso desaparece y por un momento, me arrepiento, pero no, no podemos detener aún más el tiempo. No podemos volver atrás y simplemente desear que esto fuera de otra manera. Empiezo a correr de nuevo, en busca de una puerta que me libre de esta tortura. Encuentro una que me lleva hasta el rellano y bajo por las escaleras, pero de repente, me encuentro con un agente de S.H.I.E.L.D y lo derribo con una patada. Mi mente dice que abata aún más a esa persona, que la aniquile, tal como desearía Hydra, pero ahí está la voz de Steve, diciéndome que no lo haga. Y no lo haré, se lo he prometido. Otro agente intenta que no me escape, pero este me arrea un puñetazo sin poder impedirlo y me tambaleo. Miro la barandilla de la escalera y sin pensármelo dos veces, la arranco con mi brazo metálico, me aferro a ella y me dejó caer por el hueco de la escalera.
En ese momento, una mano grande y cálida impide que me caiga. Antes de mirar, sé que se trata de Steve. 
Me está sonriendo y me dice:
-Esta vez no, estúpido.
-Eso es mío, estúpido – le digo devolviéndole la sonrisa.
Me sube y vuelvo a poner los pies en suelo firme. Observo a mi alrededor y me doy cuenta de lo que ha hecho Steve por mí; ha abatido a todos los agentes por mí.
-Gracias por tanto, Steve.
-No tienes por qué darlas. Venga, vámonos – me dice mientras sigue sujetándome con su espléndida y fuerte mano. Ya no es ese chico de Brooklyn. Ahora es el Capitán América, un Vengador, un hombre leal a su patria. 
Aunque claro, a partir de ahora, no podrá decir lo mismo. Me salvó de primero de Hydra y ahora de S.H.I.E.L.D.
Bajamos juntos las escaleras. Quizás este sea un nuevo comienzo para ambos, para Steve, para mí. Pero cuando llegamos abajo, nos encontramos rodeados y sin salida.
S.H.I.E.L.D nos ha atrapado. Otra vez.

***

No he dejado de sonreír en ningún un momento desde que Bucky está aquí. A pesar de que no he podido verle apenas, saber que está a salvo me hace muy feliz. Espero que todo esto pase pronto y podamos hablar, pues tengo tanto que decirle...
Cojo la cafetera y cuando voy a servirme entran Sam y Sharon discutiendo.
-Sírveme uno a mí también – me pide Sam ignorando por un momento a Sharon.
Mientras sirvo un segundo café ellos continúan hablando. Como no se han parado a incluirme en la conversación, no me molesto en seguirla. Doy un sorbo al café, que está muy amargo. Miro hacia la ventana que da a las instalaciones de S.H.I.E.L.D e intento desesperadamente deducir dónde puede estar Bucky. Sé que Sharon lo sabe, pero no puedo preguntarle. Nadie, excepto Sam, sabe lo interesado que estoy en este asunto. Miro y miro, pero no hay manera. Bucky está encerrado en alguna parte. 
¿Pensará él en mí? ¿Tendrá frío? No soporto esta maldita incertidumbre, si solo pudiera verle, aunque solo fuera de lejos, para asegurarme de que no le han hecho nada…
Las alarmas empiezan a sonar lejanas, se me resbala de las manos la taza de café y justo después se apagan las luces.
-¿Qué diablos pasa ahora? – grita Sam en la oscuridad.
-¡Bucky! – respondo, apoderándose de mí una ansiedad increíble. Quiero buscarle, pero siquiera sé por dónde empezar – Sharon, dime dónde está, tengo un mal presentimiento.
-¡La celda 326!
Salimos corriendo de la sala lo más rápido que podemos, damos tantas vueltas que ya no sé hacia dónde girar. Los interminables pasillos a oscuras me dan cada vez más ansiedad. Mantengo la calma como puedo y sigo el sonido de los zapatos de Sharon. El mal presentimiento cada vez se hace más claro, nos han tendido una trampa y de alguna manera Bucky está metido otra vez en un lío. Rezo por equivocarme, pero el brillo de algo metálico al final del pasillo confirma mis miedos. Las luces vuelven a encenderse y lo veo. 
Allí está, pero no es Bucky.
Es el soldado de invierno.
Se lanza sobre mí sin decir palabra, intenta apuñalarme con una ira que tristemente ya conozco. No puedo pararme a razonar con él, tengo que actuar. Le paro el golpe y agarro su muñeca para lanzarle lo más lejos posible. Pero consigue mantenerme asido a él y salimos ambos disparados contra la pared, rompiéndola. Rodamos varios pisos hasta el lago. Se levanta y salta hacia atrás para ponerse en posición de combate. Acto seguido se lanza hacia mí lanzando un golpe tras otro mientras yo los paro como puedo. Saca el puñal y con una increíble habilidad me corta los brazos. Con un rápido movimiento, le cojo de la cintura y le hago una llave para inmovilizarlo. Consigue contrarrestar mi ataque y levantarse de un salto. Antes de que pueda reaccionar le doy una patada en las costillas y le tiro al lago. Las aguas se lo tragan sin mayor dificultad, pero Bucky no sale a la superficie… Van pasando los minutos y él sigue ahí. No lo pienso más y me tiro al lago de cabeza.
Bucky se ha quedado enredado en una especie de cuerda y cuando me acerco me mira suplicante. Tiene una brecha en la cabeza y su sangre se mezcla con el agua. 
Vuelve a ser él mismo.
Con Bucky entre mis brazos salgo del agua que está helada. Estamos en paz, por aquella que él decidió rescatarme a mí, a pesar de que en ese momento él siguiera siendo el soldado de invierno. Bucky no se acordaba ni de él mismo, pero sí de mí. 
No puedo dejarlo aquí, no más, tenemos mucho de qué hablar… Empiezo a correr ante la mirada atónita de Sam, directo hacia el cristal más cercano e intentando que Bucky no salga herido, lo rompo y sigo corriendo sin mirar atrás.
-Bucky. Bucky, háblame. Intenta mantenerte despierto.
Bucky alza la cabeza e intenta mirarme, pero no es capaz de sostenerme los ojos durante mucho tiempo. Aún así, esboza algo parecido a una sonrisa.
-¿Quieres que hable
-Sí
-Pues que sepas que no deberías esforzarte tanto por mí, ambos sabemos que soy un monstruo .
-¡No digas gilipolleces! Deja de pensar en eso y háblame, pero de otras cosas. – vuelvo a susurrarle, casi desesperado.
Bucky vuelve a sonreír, esta vez mirando al vacío.
-Tengo frío, no  soporto el frío. ¿Sabes que me entrenaron en Siberia? Cuando no estaba entrenando, me encerraban en una especie de cabaña. No sé dónde hacia más frío, si dentro o fuera – suelta una carcajada, pero a mí se me ha encogido el pecho de solo imaginarlo. En el fondo todo eso ha sido culpa mía. Nunca debí dejarle caer. Le aprieto más fuerte contra mí. Ya casi llegamos.– Sería bonito recuperar todos esos días perdidos, ¿no crees, Capitán? 
Tras esas palabras, finalmente, se desmaya.



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